La transformación digital NO es un proceso lineal

Autor:

Oscar Galindo-R.

Docente Ceipa powered by Arizona State University

Co-líder del Centro de Pensamiento de Transformación Digital

Cada vez que comparto con profesionales, académicos y consultores que acompañan a las empresas en un proceso de transformación digital, es común escucharlos hablar sobre el modelo que utilizan para implementar la transformación digital. Este modelo puede ser propio, adaptado o una combinación de ambos.

Tener un modelo como punto de referencia es necesario; traza una hoja de ruta y convoca a la acción. Sin embargo, hay tres suposiciones que impactan negativamente la transformación digital (TD). La primera es suponer que la TD se implementará siguiendo una secuencia de pasos previamente establecidos, como si se tratara de una receta de cocina que debe seguirse al pie de la letra para obtener el producto deseado. La segunda es suponer que el mismo modelo sirve para todas las empresas, sin considerar su contexto, particularidades y formas de operar. La tercera es suponer que la TD se llevará a cabo en una organización estable, que no sufre alteraciones en su día a día y que está preparada para usar de manera inmediata las tecnologías digitales. Noooo… ¡la Transformación Digital NO es lineal! Suponer esto es la receta ideal para que la transformación digital fracase.

La transformación digital es un proceso continuo, evolutivo y emergente… en constante movimiento. Una organización no es la misma cuando se introducen las tecnologías digitales por primera vez, que cuando se capacita a los empleados o cuando se desarrollan capacidades digitales; la organización cambia en cada momento, desarrollando una madurez digital. Cada acción para promover e implementar la TD reconfigura las prácticas, rutinas y patrones ya establecidos, alterando así la organización en su conjunto.

Pensar de esta manera es reconocer cómo ocurre la TD versus cómo es; el enfoque está en el movimiento en lugar de algo estático. Vista así, la TD nos invita a reconocer, en lugar de reducir, la complejidad de su implementación: una nueva cultura, prácticas híbridas, transiciones de procesos físicos a digitales, requerimiento de nuevas capacidades, nuevos recursos, actualización de tecnologías, la combinación de lo social y lo tecnológico, resistencia al cambio y restricciones a las acciones de las personas, solo por nombrar algunas implicaciones organizacionales. En esta complejidad, el cambio es constante y es la forma en que la transformación digital se hace realidad en cada instante.

La transformación digital es un fenómeno organizacional que, lejos de ser ignorado, trae consigo fluidez, emergencia, flujo e interconexiones temporales y espaciales. Así, se trata de reconocer y abrir la caja negra de la transformación digital para revelar la multiplicidad de interacciones, interdependencias y relaciones que se desarrollan y que los lideres de las organizaciones deberían considerar para su implementación, en lugar de tratarla como un instructivo que indica cómo encenderla, usarla y apagarla, lo cual, por supuesto, no funciona.

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